En un pequeño palanquín blanco, pulcro hasta el extremo, y sin más ostentación que el símbolo del fuego, llego a las puertas del templo la Suma Vestal, acompañada por dos ediles. Al bajarse, ataviada como siempre con su túnica blanca y su finísimo velo, pidió a sus acompañantes que la esperaran fuera, si no les era molestia, y les agradeció su comprensión y paciencia. Con paso firme y majestuoso se adentro en el hospital y busco a Philippo el noble y bondadoso pater familiae de los salubri.
Última edición por Silvia Vera Cornelia el Lun Abr 20, 2009 2:37 pm, editado 1 vez